ISSN 0374-647 X
BOL. A. N. DE MEDICINA 2002; 80(1):


SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA DE LOS PROFESIONALES MÉDICOS
EN LA ARGENTINA

ACADÉMICOS OSCAR HÉCTOR MORELLI Y ALBERTO AGREST

I. Introducción
II. Situación de la medicina. Costo de la salud en la Argentina
III. Situación social del médico
IV. Sistemas de retribución a los médicos
V. Situación económica del médico
VI. Consideraciones finales

I. INTRODUCCIÓN.

Antes de iniciar mi exposición deseo señalar a los señores Académicos que la misma fue redactada antes de los graves problemas sociales y económicos que se desencadenaron en nuestro país en el curso de los últimos treinta días y que desde luego repercutirán de una manera desfavorable hacia todo nuestro quehacer médico.


Los médicos de la República Argentina afrontan, en su mayoría, una situación económica inestable en su doble condición:
1) de ciudadanos de un país que aún no ha logrado encontrar una solución socioeconómica en un mundo globalizado que muestra la interdependencia de las condiciones internas con las condiciones externas mundiales,
2) de médicos inmersos en un mar turbulento de permanentes cambios en el conocimiento científico, en la relación médico-paciente y lo que aún resulta más importante, en la organización de su propia profesión desde el punto de vista personal y de la atención de la salud a nivel gubernamental.
Una economía general en deterioro progresivo y un costo en salud en aumento hacen prever una situación difícil en el campo de la salud en los países organizados y una situación eventualmente catastrófica en los países en desarrollo. Situación agravada a partir de los imperdonables hechos acaecidos el 11 de setiembre de 2001 que conmocionaron a todos los países y generaron un caos socioeconómico cuyas consecuencias aún perduran al momento de escribir este trabajo.
Si se aplica la metáfora del aletear en el vuelo de una mariposa para explicar la teoría del caos podría transferirse ésta a una determinada situación socioeconómica en la que un cambio en cualquier lugar del mundo repercute rápidamente en cualquier otro sin importar la distancia a la que se encuentre.
Si se asume el problema con un criterio biológico cibernético, se puede aceptar que los países emergentes tienen un bajo nivel de alerta que los lleva a un desvío muy pronunciado de un punto de equilibrio normal y una reacción dismétrica y, a veces exagerada, de igual intensidad pero de signo contrario capaz de generar graves trastornos si esto se hace sin respetar los tiempos de la adaptación. Corregir las anormalidades, tanto biológicas como socioeconómicas, debe tener en cuenta el "tempo". De no respetarse estas circunstancias puede caerse en soluciones malsanas y destructivas.
Es posible que la medicina sea un buen campo de prueba en el que la búsqueda de soluciones socioeconómicas pueda lograrse y servir de ejemplo a las demás actividades de la sociedad.
Este pensamiento que parece utópico, y que quizás lo es, se basa en que los médicos sufren en carne propia las consecuencias de la incompetencia, la ineficiencia, la corrupción y la estolidez características del momento que vivimos y que, por otra parte, la mayoría de ellos tienen principios éticos de solidaridad y comportamiento, principios técnicos de anhelos de máxima calidad y principios sociales de intolerancia a la iniquidad. Condiciones que son difíciles de encontrar en otras corporaciones.

II. SITUACIÓN DE LA MEDICINA. COSTO DE LA SALUD EN LA ARGENTINA.
La situación de la medicina en la Argentina, considerada desde un punto de vista global que incluye los sistemas de salud y los médicos que los integran, puede considerarse, en principio, inadecuada. El primer aspecto fue extensivamente analizado en la última Reunión de la ALANAM que tuvo lugar en Río de Janeiro hace 2 años y me exime de mayores comentarios.
Sólo cabe recordar que las erogaciones en salud en 1997 incluidos los aportes de los tesoros nacionales, provinciales y municipales (subsector público), las contribuciones sobre salarios y haberes de obras sociales y los gastos directos que incluyen empresas prepagas, gastos de bolsillo, etc. fue de 23.737 millones de dólares, un 14% más que en 1995. Dicho gasto representaba aproximadamente 719 dólares por habitante por año que se redujo en el año 2000 a $528 por habitante (18.500 millones de dólares) mientras que en EE.UU. en 1997 el gasto en salud por habitante fue de $4.094 pese a lo cual casi 30 millones de personas carecen de servicios de salud.
En lo que se refiere a los médicos dicha deficiencia profesional surge de una formación inadecuada consecuencia del bajo nivel de exigencias que les son requeridas. A ello se agrega un cuerpo docente desmotivado por razones económicas y carencias de medios de enseñanza, y seleccionado con criterios habitualmente burocráticos que nada tienen que ver con su capacidad para la enseñanza y para constituirse en modelos imitables. Cabe señalar que tan solo un 9 por ciento de ellos lo son a tiempo completo con una retribución mensual no superior a los 1.400$ básicos sin incluir la antigüedad, cifra ridícula para pretender una enseñanza calificada. Se suman a esas circunstancias un número de estudiantes excesivo como surge de los datos aportados por las 25 facultades estatales y privadas que existen en el país y que respondieron a la encuesta realizada a fines de 1999 -que arrojó un total de 89.681 estudiantes ingresados durante los últimos 10 años-. A título comparativo, en un trabajo de julio de 2001, el Dr. A. J. de Bold señala que en la ciudad de Otawa con un millón de habitantes, sólo ingresan a la Facultad de Medicina 75 estudiantes que, calculados para la Argentina, representarían tan solo 2.745 ingresantes, es decir, el 30,6% de lo que lo hacen en nuestro país. Esa excesiva cantidad de alumnos en nuestro país supera, en la mayoría de las facultades estatales, toda la capacidad docente ya que la relación alumnos/docentes es muy elevada. De dicho total de estudiantes egresaron sólo 35.278 que representan un 39,33% del total. Sin embargo debe señalarse que en la UBA* que acumula el mayor número de estudiantes de medicina en ese lapso (23.255), sólo un 18 o 19% lo hacen en un tiempo normal y el resto entre ocho a diez o más años** luego de su ingreso. Ello genera costos ingentes, despilfarro de los recursos y facilitan, por razones generalmente políticas y demagógicas, el mantenimiento de una burocracia administrativa e incompetente y gastos innecesarios. Así disminuyen las posibilidades de un uso apropiado de los recursos en quienes tienen una adecuada capacidad intelectual y voluntad de estudio. Solucionar inteligentemente todos esos defectos y falencias resulta fundamental. El estudiante crónico y repetidor debe ser automáticamente excluido salvo que razones de fuerza mayor justifiquen su permanencia. La conducta propuesta permitiría lanzar, al mercado laboral médico, profesionales competentes y adecuadamente preparados desde el punto de vista científico y práctico. Pero esto requiere que previamente el estado determine cuáles son las necesidades reales de los médicos y el tipo de médicos que el país necesita. En la actualidad se estima que sólo entre un 20 y un 25% son médicos generalistas y un 75/80% médicos especialistas cuando, en verdad, debería ser a la inversa. Este análisis de situación no implica de ninguna manera una discriminación de carácter social o económica sino volcar los recursos de que se dispone en los que realmente lo merecen, es decir los más capacitados. Por otra parte facilitaría, apoyados por una buena estructura hospitalaria y educativa post-grado, una correcta distribución de los médicos capacitados en todo el país y no dar el triste espectáculo de la ausencia de profesionales en numerosos pueblos de la república. La metodología seguida hasta ahora hace que la cantidad total de médicos matriculados y en actividad supere probablemente los 110.000 profesionales en todo el país. Esta cifra es estimativa pues el número exacto resulta prácticamente imposible de conocer ya que por ser la Argentina un estado Federal, las informaciones brindadas por la Secretaría del Ministerio de Salud de 81.028 matriculados con fecha mayor al 01-01-1929 no suma a todos los médicos del país pues existen muchos más que sólo tienen matrícula provincial por lo que es probable que la suma total de médicos supere a lo antes señalado.
Retomando el punto de la insuficiente capacitación de los médicos que actualmente se reciben cabe mencionar, además, que los mecanismos de evaluación de los estudiantes son inadecuados y configuran, con una permisividad irresponsable, un panorama desolador. Esto implica que la enseñanza médica en nuestro país, como en muchas partes del mundo, está pasando por una crisis de cambio frente a un mundo innovador y no asumirla significaría el riesgo de quedar al margen de la historia para una medicina que ha dado tres Premios Nobel al mundo - Houssay, Leloir y Milstein-.
La mayoría de los médicos intentan esforzarse para superar todas esas deficiencias con cursos de postgrado, con sistemas voluntarios de certificación y, recientemente, recertificación de títulos cada 5 años considerando los progresos que permanentemente se producen.
Esa excesiva cantidad de médicos en actividad significa que exista aproximadamente un (1) médico por cada 300 habitantes, que por otra parte están mal distribuidos y nucleados, en su mayoría, en los grandes centros poblacionales por lo que la oferta supera ampliamente a la demanda y degrada, desde el punto de vista laboral, al profesional médico. No tener médicos desocupados se resuelve desde una visión de políticas sanitarias empleando un número excesivo de profesionales con horarios reducidos de labor, con magros honorarios y, en definitiva, ineficientes.

III. SITUACIÓN SOCIAL DEL MÉDICO.
La situación social del médico ha cambiado desde una condición social respetable, casi venerable, a una condición de simple agente técnico que, como empleado de una agencia de salud, ve requeridos sus servicios por su presencia en una institución, en una cartilla o en la vecindad. La actividad médica privada como profesión liberal jerarquizada ha desaparecido. Nada va quedando del prestigio y respeto que se ganaba en los hospitales públicos donde los médicos capaces daban lustre a las instituciones. Hoy el médico se ha proletarizado y ha llevado la relación médico/paciente a un acto carente del humanismo que la caracterizaba hasta no hace muchos años.
En cuanto a la capacitación, históricamente subsidiada por la actividad privada de los médicos y con la desaparición casi total de ingreso, perdura casi exclusivamente en los hospitales universitarios mientras las entidades privadas se resisten a subsidiar el tiempo dedicado a la capacitación o a la investigación.
Se ha generado así una conducta médica de tiempo breve que obliga a reducir los tiempos de consulta por razones habitualmente económicas, quizás no justas, pero explicables. El médico debe acumular varios empleos para subvenir a sus necesidades económicas. Lo llevan a reemplazar esos tiempos por la receta fácil de la última terapéutica o de la más reciente tecnología. Ese médico de tiempo breve lo es no sólo para asistir al enfermo sino de tiempo breve para estudiar y actualizar sus conocimientos así como para investigar, para meditar, para dedicar a su familia. Se ha sumado a todo esto la incompetencia y la frustración que hacen a los médicos intolerantes a la incertidumbre natural de nuestra profesión y los impulsa a innúmeras interconsultas, derivación a especialistas, al uso de procedimientos diagnósticos y terapéuticos de alto costo, muchas veces innecesarios.
Por otra parte, la sobreoferta médica es capaz de motorizar su propia demanda multiplicando consultas, procedimientos y terapéuticas destinadas a aumentar los ingresos del propio médico. Todo ello como una contrarrespuesta a los bajos honorarios habitualmente devengados.
No puede soslayarse en esta problemática la influencia del complejo médico-industrial farmacéutico que ha estimulado a los pacientes y a los médicos a un consumo masivo de servicios y medicamentos. Con los recursos del marketing los indudables avances en la investigación de nuevas drogas basados en experiencias multicooperativas, que en determinados casos no llegan a excluir graves riesgos de toxicidad, como ocurriera recientemente con un anticolesteromémico y hace años con la talidomida y el minoxidil entre otros, usufructúan de la consiguiente difusión mediática (prensa, televisión, radio, internet). Dicho complejo, motivado por necesidades financieras y muchas veces la codicia, sumados al incentivo económico a los médicos o en la promoción de congresos o simposios donde sólo se promociona una determinada droga, estimulan una demanda, una indicación y un consumo muy por encima de las necesidades reales.
Cabe agregar a todo ello la aparición de las empresas de prepago y los seguros como entidades que ven en la salud un negocio redituable lo que implica, naturalmente, la necesidad imperiosa de reducir los costos operativos de cualquier manera. La sobreoferta médica y la restricción al mínimo indispensable de los gastos en servicios los lleva a imponer sus propias normas y conveniencias. Así la retribución de los profesionales pasa a ser la variable de ajuste, casi única, la más factible e importante, como también, lo hacen las instituciones nacionales, provinciales, municipales y las obras sociales sindicales en los aspectos vinculados a la atención médica. Esto ha llevado insensiblemente al profesional médico, como ya se señaló, a ser un proletario más en búsqueda de un bienestar económico luego de dedicar los mejores veinte años de su vida a lograr el título de médico durante los cuales no ha hecho prácticamente más que consumir su tiempo y recursos, habitualmente con el apoyo familiar o con un trabajo simultáneo. Pero, aún así, ello no es suficiente y debe completar su formación mediante una residencia que dura de 3 a 4 años. Esto último siempre y cuando los más de 3.900 egresados anuales tengan la suerte o la competencia para ingresar a una de ellas ya que el cupo aproximado en todo el país no supera las 1.900. Esto significa que sólo un 48% de los egresados puede realizarla. Es decir, que se está emitiendo moneda falsa al entregar a la población graduados poco responsables y confiables que aceptan honorarios extremadamente bajos cuando no dejan la profesión para realizar otras tareas.

IV. SISTEMAS DE RETRIBUCIÓN A LOS MÉDICOS.
En lo que se refiere a la retribución de los profesionales médicos se estima que representan el 20% del gasto total en salud -3.750 millones anuales- lo que daría un promedio mensual de ingreso por médico de unos $2.450 brutos para un país cuyo costo de vida es quizás el más elevado de Latinoamérica, suma no acorde con las expectativas de sus necesidades económicas. Dicha cantidad, por otra parte estimativa, no tiene en cuenta los aportes jubilatorios, los impuestos que debe devengar ni sus propios gastos operativos que, en conjunto, seguramente superan el 30% de lo percibido por lo que su valor real adquisitivo estaría en los 1.715$ promedio.
Cabe señalar que en la retribución individual de los médicos existe una total anarquía en razón de las distintas modalidades y criterios que han adoptado los diferentes subsectores responsables de la salud de la población. Dicha anarquía se pone de manifiesto, fundamentalmente, en lo que hace al monto que se les paga por tareas similares y en categorizarlos a todos con un mismo patrón de medida sin tener en cuenta la capacidad profesional del médico consecuencia de la sobreoferta del mercado, como ya fuera señalado.
Con el objeto de dar una idea concreta del problema se lo tratará según los distintos niveles o sectores que financian la salud en nuestro país.

A. Sector Público.
Está integrado por todos los hospitales nacionales, provinciales y municipales donde los fondos para su mantenimiento provienen de los respectivos tesoros nacionales, provinciales y municipales a los que aporta toda la población a través de distintas gabelas o impuestos, por lo que el acceso a sus servicios es irrestricto. En ellos los salarios de planta oscilan entre 500 a 1.300$ básicos por mes con una carga horaria de 48 a 96 horas mensuales, tanto para la actividad clínica como quirúrgica programada. Se asisten de 4 a 6 pacientes o más por hora y las intervenciones quirúrgicas dependerán de la disponibilidad de quirófano. En general la cantidad de médicos, por insuficiencia presupuestaria, no alcanza para satisfacer a la demanda y los pacientes deben conseguir un número para su atención haciendo largas colas desde horas muy tempranas. Los casos de urgencia se asisten por los servicios de guardia tanto desde el punto de vista clínico como quirúrgico y funcionan las 24 horas del día. Los médicos que integran dichas guardias son clínicos, cirujanos, pediatras, traumatólogos y ginecólogos y cumplen una guardia semanal percibiendo de 160 a 180$ por cada una de ellas, que equivalen de 680 a 780$ mensuales. En muchos casos pertenecen a otros servicios del mismo Hospital por lo que perciben un emolumento mayor suplementario.
Algunos de estos Hospitales, en particular los nacionales universitarios y los municipales de las ciudades principales, tienen Médicos Residentes que en su calidad de médicos transitorios full-time ganan de 500 a 1.300$ por mes cumpliendo un horario de 8 a 9 horas diarias y una o dos guardias semanales. Son incorporados previa selección o concurso donde se evalúan sus antecedentes universitarios, una prueba escrita tipo multiple choice y finalmente una entrevista personal con los responsables del servicio al cual quieren ingresar. Ya se dijo que menos de un 48% logra su propósito. Cabe agregar que en servicios prestigiosos suelen concurrir médicos becados, habitualmente extranjeros, que deben pagar para adquirir el derecho a trabajar con las mismas obligaciones que los residentes. En los hospitales públicos los médicos pueden ser admitidos como concurrentes ad-honorem a la espera de una vacante de puesto rentado que será cubierta previo concurso de antecedentes, títulos y trabajos científicos.

B. Sistema Nacional de Salud.
Comprende a las Obras Sociales Sindicales y se rige, en principio, por el Nomenclador Nacional de Prestaciones Médicas y el Programa Médico Obligatorio (PMO) que incluye todo acto médico de alta complejidad (cirugía cardiovascular, neurocirugía, diálisis, trasplantes de órganos, SIDA, etc.). En el mismo se normatizan no sólo las prestaciones que deben cumplir las Obras Sociales Sindicales, ya sea en sus clínicas o sanatorios propios o por contratación con terceros, sino también los honorarios clínicos y quirúrgicos de los médicos sobre la base de una unidad denominada Galeno fijada en 0,233$ en consultorio y 0,279$ a domicilio. Así, la consulta médica está valorada en 10 Galenos o sea 2,33$ o 2,79$ a lo cual puede sumarse en algunos casos 5 a 10$ de co-seguro por parte del paciente según sea en uno u otro lugar. Cuando el profesional actúa en un Sanatorio contratado la entidad le retiene del 20 al 30% por gastos administrativos. Si la Obra Sindical tiene servicios propios la retribución médica es aproximadamente similar a la de los hospitales nacionales o municipales 800 a 1.300$ mensuales por 4 a 6 horas diarias de lunes a viernes. Según el Nomenclador Nacional de Prestaciones Médicas los honorarios por una apendicectomía son de 39$ y el de un parto o una cesárea de 53,03$.

C. Instituto Nacional de Previsión Social de Jubilados y Pensionados (PAMI).
Este sistema cubre a casi 4.000.000 de personas y sus recursos provienen de los aportes obligatorios que se les efectúa a los jubilados. En este caso al médico asistencial de cabecera se le paga una cápita de $2,50 por mes pudiendo llegar a tener hasta 1000 pacientes a su cargo, lo que excepcionalmente ocurre. Considerando esa posibilidad y teniendo en cuenta que la morbilidad de esa población varía entre 7 a 8 consultas anuales ello implica una atención mensual en consultorio o domicilio de aproximadamente 625 enfermos -28 diarios- por los que percibirían 4$ por cada uno. Los días sábados, domingos y feriados los enfermos son asistidos por un servicio de urgencia a cargo de médicos de guardia. No tiene servicios de internación propios y los terceriza a valores del Nomenclador Nacional cuando no se contrata con las denominadas Unidades Transitorias de Empresa (UTE) de dudosa reputación.

D. Servicios Prepagos, Seguros de Salud y Hospitales de Colectividades.
A dichos sistemas, que también deben cumplir con el PMO, accede la población de mayor nivel económico en planes cuyo valor varía según la edad y los beneficios que reciben los contratantes.
La retribución por consulta es de 8 a 17$ por paciente y en la modalidad por hora médica se paga de 10 a 15$ con número mínimo establecido de enfermos por hora. En la retribución por riesgo -habitualmente para los especialistas- en la que el médico asume los costos de los exámenes auxiliares -ecografía, electrocardiograma, ecocardiograma, análisis especializados, etc.- el monto es de 17$ a 22$ por paciente. Debe recordarse que los costos de consultorio, secretaria, teléfono, impuestos, etc. corren también por cuenta del médico o sufren un descuento del 20 al 30% si trabajan en los sanatorios de dichas empresas. En lo que hace a los servicios de alta complejidad, esas empresas abonan por módulos que incluyen al cirujano, a sus ayudantes y a los gastos por los elementos requeridos. Resulta imposible dar ejemplos concretos pues ello depende de cada empresa y en parte de la categoría del médico cabeza de equipo. Pero aún en estos casos la retribución es baja con relación a la responsabilidad, al tiempo que requiere cada acto médico y que incluye, por cierto, el seguimiento diario del enfermo.
Corresponde señalar que los Hospitales denominados de Colectividad, que desde luego no son sostenidos económicamente por las mismas como lo fueron en sus inicios, están organizados como los sistemas de prepago aunque las cuotas que les cobran a sus afiliados son algo menores pero también es menor la retribución a sus médicos.

E. Modalidades especiales.
El panorama descripto anteriormente a vuelo de pájaro no es uniforme para todo el país ya que en las provincias, divididas políticamente en partidos, son los Colegios Médicos de cada uno de ellos los encargados de administrar los honorarios médicos dado que los profesionales deben obligatoriamente estar inscriptos en los mismos para poder trabajar. Dichos Colegios son los que celebran convenios con las obras sociales sindicales, con los sistemas prepagos o con los seguros de salud bajo las más diversas modalidades. Por esta tarea les descuentan a los médicos por gastos administrativos un 6%; para la Caja de Previsión y Seguro el 5% y para el Fisco el 3,5% de Ingresos Brutos y cuando los ingresos totales del médico superan los 1.200$ deben pagar el Impuesto a las Ganancias para el Estado.
Merece un comentario aparte enfatizar que el cobro de los honorarios demora, en la mayoría de las circunstancias, entre 60 a 90 días aunque en la actualidad supera, en muchos casos, los 180 días.
Como puede apreciarse es siempre el salario del médico la variable de ajuste correspondiendo agregar que el valor promedio calculado que percibiría cada médico sea una falacia estadística ya que por la sobreoferta médica raramente lleguen a tener individualmente la cantidad de pacientes calculada. Esto es más evidente en el caso de los especialistas a quienes sólo llegan los pacientes derivados por el médico de cabecera, verdadero filtro selectivo por la existencia de sistemas de auditoría médica que los premian o castigan según las circunstancias. Esto puede significar que el paciente llegue al especialista, cuando agotadas las posibilidades diagnósticas y terapéuticas por el médico de cabecera o de familia, la enfermedad esté avanzada y no quede mucho por hacer a favor del paciente.
Nada de lo ya expresado con respecto a la retribución médica tendría valor sino no se los compara con el costo de vida en nuestro país que como ya se señaló es seguramente el más elevado de Latinoamérica. Vayan algunos ejemplos concretos. La hora del servicio doméstico es de 5 a 7$, el valor de un automóvil de tamaño mediano sin ningún aditamento oscila entre 7.500 y 12.000$ (dólares), sin gastos de amortización y mantenimiento calculado en unos 700$ mensuales, seguro de salud de 240 a 300$, canasta familiar mínima de 500$, etc., el litro de nafta de bajo octanaje 1,09$; el valor de compra de un departamento de tres ambientes entre 75.000 y 80.000 dólares; y el alquiler, entre 400 y 600$; 1 kg. de pan 2,20$ y un kg. de carne común entre 4 y 5$ etc. Súmese a ello la voracidad fiscal que contribuye a deteriorar la capacidad adquisitiva de la población y cuyos recursos se pierden, por distintos caminos, en una burocracia aterradora e ineficiente donde el clientelismo político es la norma.

V. SITUACIÓN ECONÓMICA DE LOS MÉDICOS.
De todo lo señalado resulta evidente que la retribución médica en ninguno de los sectores analizados alcanza a cubrir el costo del estilo de vida de los médicos de acuerdo al costo de la vida anteriormente señalado.
Cabe preguntarse cómo cubre esta diferencia entre ingresos y necesidades monetarias. La primera alternativa es que la familia, los padres o el cónyuge cubran esa diferencia. El resultado aunque equilibra el presupuesto puede no equilibrar emocionalmente al médico, sobre todo al varón, que presupone tradicionalmente que debe hacerse cargo de las necesidades del hogar.
Otra alternativa es que el médico aumente sus ingresos con actividades extra profesionales que, aunque legítimas y éticas, suponen una quita al tiempo dedicado a la atención de sus pacientes o a su capacitación.
Otra opción para incrementar sus ingresos, son las actividades paraprofesionales lucrativas que surgen de los incentivos de los laboratorios farmacéuticos, de la industria tecnológica, de los servicios de exámenes auxiliares y aún de colegas que reciben honorarios de pacientes derivados. Todo esto plantea conflictos éticos que no todos son capaces de superar. Resulta así que la diferencia entre la retribución médica que honestamente le corresponde y el costo del nivel de vida del médico es fuente de frustración y resentimiento o evidencia fallas éticas.
El estándar de vida del profesional ha ido cambiando a lo largo de apenas una década y de las expectativas de una clase media alta ha pasado, reiteramos, a la de un simple proletario especializado y mal retribuido. Los médicos han perdido su posición de profesionales liberales para ser, como ya se expresó, simples empleados de organizaciones médicas privadas, estatales o sindicales. Las primeras, por otra parte, tampoco son independientes ya que son absorbidas por entidades financieras y deben competir con otras industrias por los créditos y beneficios financieros.
El tema de la retribución médica es difícil y doloroso y agrega a tradicionales dificultades éticas (como la participación de honorarios ya citados) modalidades de dudosa moralidad implantadas por las necesidades de supervivencia aun para un estándar de vida por debajo de las expectativas y, porque no, de sus derechos.
La sobreoferta de profesionales médicos, psicólogos y kinesiólogos y aún el no profesional por la desocupación, coloca a todos ellos en estado de indefensión en una negociación por su retribución. La huelga médica como recurso extremo es desdoroso para la profesión médica ya que coloca a los pacientes en situación de rehenes. Lamentablemente, ello ha sucedido por cortos plazos en nuestro país con mantenimiento de guardias para la asistencia de urgencias.

VI. CONSIDERACIONES FINALES.
Estimo que el tema merece un análisis más profundo no sólo de la situación actual sino de cuál será su futuro previsible y quiénes deben ser sus partícipes obligados. El médico, su actor principal, carece de poder de decisión por la sobreoferta, una vez más reiterada, y factor esencial del problema, por sus características individualistas. Los economistas pueden asesorar sobre los mecanismos para obtener mayor renta o sobre la viabilidad económica de un proyecto y los administradores médicos pueden organizar la burocracia médica pero, las más de las veces, con escasa experiencia de campo, son teóricos de escritorio, aunque usufructúan del sistema; pero la calidad de la asistencia depende de los médicos, del tiempo de que disponen, de su capacidad y conocimientos, de su voluntad, de sus condiciones éticas, de los medios técnicos y la organización que le proveen el capital público o privado y los administradores. Ésta es una cadena de eslabones en permanente tensión cuyos integrantes más desprotegidos son el médico asistencial y el paciente. El drama de la enfermedad no admite eslabones débiles, ni corrupción, ni intereses mezquinos, ni ignorancia, ni irresponsabilidad y menos de beneficios espurios.
La buena medicina es una utopía. La medicina actual parece encaminada a una catástrofe y es casi una pesadilla. Luchemos para realizar esa utopía.

Antes de finalizar con mi exposición permítanme enfatizar que, pese a todas esas circunstancias desfavorables es necesario y fundamental remarcar que gracias al esfuerzo de un número importante de profesionales que han encarado la medicina con un alto sentido de responsabilidad y sacrificios personales aún contamos con médicos e investigadores en el campo de la salud de gran valor científico que se destacan en todos los órdenes de la profesión, no sólo a nivel nacional sino a nivel internacional. Su capacidad científica es reconocida en foros y congresos internacionales. Y aquellos que emigran, buscando horizontes más favorables, llegan a ocupar lugares destacados en los centros universitarios médicos y de investigación más importantes de los países desarrollados.